Equidad de Género
Históricamente la diferencia entre el género humano ha sido marcada
fuertemente, desde el inicio de la vida social, económica y política. Desde
aquel entonces, la mujer no tenía derecho a ni a ser escuchada, ni a opinar, ni
mucho menos a elegir su papel en la familia o
en la sociedad, pues existía una división de trabajo muy diferenciada;
el hombre se dedicaba al trabajo y la mujer al cuidado de la casa y de la
familia.
Esta forma de vida ha sido infundida a través de las diferentes
generaciones, sin embargo poco a poco las mujeres han demostrado tener la
suficiente capacidad de actuar en la vida social y económica, logrando
excelentes resultados, derivados de la toma de decisiones en el sector
político, en las entidades económicas y
en los importantes aportes en la ciencia y tecnología.
En la relación amorosa se
pone en juego la libertad individual a favor del vínculo. Pero un vínculo de
esta clase no puede durar porque la libertad es esencial para un ser humano, y
en algún momento se pondrá esta necesidad en evidencia.
No se puede elegir entre el
amor de alguien y los intereses personales. El sacrificio de renunciar a ellos
por amor deja un residuo de resentimiento que no se borra con besos ni abrazos.
La persona que vive para el
otro sin condiciones se opaca hasta quedar reducida a una sombra, la sombra del
otro.
Esa devoción, lejos de
atraerlo termina alejándolo, porque sólo se puede amar a una persona con
identidad propia.
En el amor de pareja el
conflicto es parte de la relación, porque son dos seres libres que pueden
llegar a obstaculizarse mutuamente.
El camino de la negociación
es el único viable en estos casos siempre que éste no implique estancamiento de
alguno de los dos.
El amor no puede ni debe ser una cuestión puramente emocional,
necesariamente debe ser un sentimiento reflexivo, porque si no fuera así
seríamos esclavos de él y además de podría llegar a convertir en odio.
Como bien decía Freud, el
único amor posible sin condiciones es el de una madre por su hijo.
Los demás vínculos afectivos
deben ser racionales, no se puede aceptar, en nombre del amor, el desprecio, la
infidelidad, la mentira o el maltrato.El TERCER GÉNERO
quiere mejorar la vida de personas cuya inclinación sexual no coincide, ni
tiene por qué, con lo que los demás interpretamos. El nombre del plan, el
tercer género, se elige y se prefiere al tercer sexo por respeto a la
pluralidad y riqueza de la sexualidad: hay tantas sexualidades como personas o
gustos. Se elige género, y no sexo, por lo establecido y aceptado que
está el sintagma (incluso en sus más dudosas combinaciones, como en violencia
‘de género’). Género, pero no gramatical ni neutro frente a masculino y femenino.
GAY,
NO GEY. La palabra gay viene de la comunidad jipi de San Francisco que quiso
ver en gay, alegre, el acrónimo degood as you,
tan bueno como tú (se entiende, heterosexual). El lexicógrafo Arturo del Hoyo
documenta la palabra gay en España en la revista Interviú del año 1976 y la Academia la
tiene admitida desde 2001: gay. perteneciente o relativo a la homosexualidad;
hombre homosexual. Curiosamente HOMOSEXUAL INCLUYE LESBIANA. Salvo si
hablamos de la cultura lesbiana o lésbica (de sólo mujeres homosexuales), lo
mejor y más rápido será desposeer a la palabra homosexual de la connotación
negativa que históricamente ha tenido y aplicarla por igual a unos y a otras:
personas con inclinaciones sexuales hacia personas de su mismo sexo. En estos
tiempos de desdobles descomunales, homosexual, sustantivo o adjetivo, debe
bastar como genérico y ahorrarnos el penoso “gays y lesbianas” y el absurdo
“homosexuales y lesbianas”, como si una palabra no incluyera a la otra.
HAY
QUE PACTAR UN LENGUAJE, hay que salir del tabú, del mal gusto y del eufemismo.
Porque la malicia no ha de parar. El sustituto más universal del castellano,
pronombre neutro lo,significa por defecto
‘sexo’ o ‘sexo urgente’ y así lo entiende quien escucha frases como lo
hicimos en el parque ó lo
hicieron sin esperar más. (De asociaciones de este tipo se sirvió,
a su manera, la campaña póntelo, pónselo que fue tan famosa.) La malicia
ha viciado verbos transitivos como meter o tirar, que los hablantes sustituyen
por entrar o caer, intransitivos: éntrate el banco ó ha
caído a la hermana. SI LA PSICOLOGÍA,
necesidades y perspectivas del tercer género se hicieran múltiples y
compartidas por todos, homos y héteros, lograríamos neutralizar la peor parte
del machismo, varones que se creen que lo son porque mean de pie y no como
otros que orinan, los pobres, sentados. La anécdota es real y está vigente como
seña de identidad en algunas peñas masculinas. El varón macho masclo másculo
músculo es probable que gallee todavía algunos años delante de mujeres y
amanerados mariquitas a los que, por débiles, desprecia. Pero habría que verlo
delante del macho músculo embutido en pantalón de cuero que se prepara para una
penetración anal lubrificando su homosexualidad con un certero salivazo.
Historias de Genet y de Fassbinder. ¿Se acuerdan de Querelle?